Avivas mi fuego
con el calor de tu saliva
pegajosa,
como miel de nube
que se desliza
por cada uno de mis húmedos vértices.
Me elevas a tu infierno ascendido
con la sola intuición de una leve caricia tuya.
Eres árbol de primavera
extendiendo tus raíces y tus rayos de flor
dentro de mi boca.
Vuelo en llamas,
atravesando los caminos desconocidos de tu selva.
¿Dónde nació el color de tus ojos?
Tus manos de ave exótica
me traen el tacto virgen del horizonte.
Y sigo siendo fuego en tu fuego.
miércoles, 17 de agosto de 2016
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