Tu voz duerme en mis párpados,
recordando
las luces pequeñas del mediodía,
el sol omniceleste,
el balanceo de las hojas en las olas del aire.
Los pájaros,
en su melodía de la calma,
sobrevuelan la Polinesia de una estrella viva.
Es tan hermosa la Tierra
cuando la gravedad me abandona...
Abro los ojos
-el mundo se mueve de derecha a izquierda-.
Me abrazas
y despiertan luciérnagas fugaces
iluminando las lágrimas de la tarde.
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