Vuelvo a tus pies. Despliego la voz de mis caricias terrestres y te amo con el instinto de mi sombra, subiendo, cuestionándome el sentido del mundo con la lengua en tus tobillos, dejando caer la virginidad diaria de mi lágrima en tus rodillas, inventando horizontes de hojas suaves en tus muslos (el otoño tan cerca de la primavera) y me poso en el alzamiento premeditado de tu deseo. Puedes bañarme las manos y compartir tu vértigo.
domingo, 9 de abril de 2017
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