No puedo marcharme. El sol me acecha como un buitre. Pienso en mis alas antiguas y cómo se las entregué a tu espalda en nuestra última danza. Estoy atada a la noche (y a ti). Me muevo bajo un techo anónimo. No conozco esa lámpara. La puerta está abierta. Entra tu sombra. El ventilador gira despacio. Me dices al oído que vas a desatarme. Y yo me anudo otra vez, a tu lengua.
lunes, 24 de abril de 2017
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Te irás, la vida se definirá por otros gemidos, se abrirá la puerta a la inmensidad triste. © Laura Villanueva Guerrero
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