Te has enredado en mi tarde. La brisa te ha nombrado tanto que suena el mar en las hojas de los árboles con un aroma a sal de vainilla. En mi piel arden pequeñas algas de primavera. Pienso en ti. Se aleja la noche, llegará en otro siglo. Ahora es imposible que anochezca, con la luz expansiva de tu boca.
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