martes, 7 de noviembre de 2017

Alma asilvestrada


Como un regalo de la noche
me descubro ante ti
con el alma asilvestrada.
Hace tanto que mi imaginación
dejó de ser virgen para tus manos...
Me muevo, con un ruego en los labios
y se me pierde la mirada
en el ecuador de tu cuerpo.
Siento la sorpresa
de quien da pie en altamar.
Se me abren la boca y el tacto,
buscándote
con los sentidos agudizados.
No escaparás de la sedución del aire.
Nos tiene atrapados
en su péndulo noctámbulo.
Voy a amarte en las cuatro paredes
de la habitación.
Me desvaneceré una y otra vez
en la grandeza de tus brazos.

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