El sonido de tus labios amando, me transporta a un bosque de nubes redondas, flores protegidas por el polen de la vida, un azul casi llorando, la voz propia del adverbio: ahora. Y tu lengua, en el centro mismo del beso, gritando dentro de mi boca. Te enredas en el final de mi dolor, deshaces la lágrima, exhibes el placer que subyace al agua. Me besas y se me desmonta el mar conocido. Viene una alfombra de olas a media altura. Mi costado te nombra, como si no fuera a volver a verte nunca. Se empequeñecen mis dedos para acariciarte de puntillas. Soy latido, un giro del olvido hacia el recuerdo. Mezclamos el aliento. Cerramos los ojos para sentir el aroma desplegarse dentro. Nunca antes habíamos respirado el cielo.
miércoles, 15 de noviembre de 2017
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